viernes, 27 de junio de 2008

LA PANDILLA MÁS GRANDE

Cuando vemos a una turba de pandilleros, todos pensamos lo peor y velamos por la seguridad de los nuestros y nuestros bienes.

Se muestran como un virus destructivo que pudre las calles por donde va y no parece haber fuerza, ni policial, ni civil, ni militar que los pueda aplacar.


Tenemos años con este problema y a pesar del tiempo no encontramos solución y mas bien parece que en vez aprender a manejarlo el asunto se complicada y crece sin mesura, hacia una guerra urbana.


La pandilla más grande

La pandilla de los policías no puede con ellos, ni les temen ni los escuchan ¿Existe alguna aun más grande y poderosa? Claro que si, solo que necesitan que los unan y que los guíen.

Esta pandilla, la más grande, es la de los padres.

En mi mente veo un grupo de jóvenes inmenso y descontrolado que se lanza a las calles, con palos y piedras; sienten que no hay fuerza que los detenga y que son ley en tierra de nadie. Pero ante ellos aparece un ejército sin palos, sin piedras, sin arengas ni insultos; no visten sus ropas de guerra, sino trajes simples; no son tan jóvenes como ellos, pero están dispuestos a todo por enfrentarlos; son sus propios padres, que han venido a rescatarlos.

Los vienen a rescatar, con amor, con una voz de aliento, con razón y comprensión.

Uno de ellos coge un megáfono y se dirige a los pandilleros:

“Hijo perdóname, porque tus errores como hijo, son mis errores como padre”

Los padres a medida que se van acercando a enfrentarse cuerpo a cuerpo con los pandilleros, se van pasando el megáfono y van pronunciándose uno a uno hacia sus hijos:

“No vengo a reprocharte nada, no vengo castigarte, ni exigirte nada, solo vengo a decirte que te quiero, que te espero”

“Quiero que me des otra oportunidad, y que te la des tú también”

“Porque ya no me importa nada de lo que hayas hecho, ni que hayas dicho. Ya nada mas me importa, solo quiero volver a empezar contigo”

Al estar cerca los abrazan, para que con su cariño contengan esa fuerza desmedida que todos vemos reflejada en violentos, pero que oculta un grito de ayuda y desesperación.

¿Que delincuente podrá dispararle a su madre arrepentida? Ninguno, ni el más despiadado. Todo lo contrario, se sentirá culpable hasta el infinito.


Si un grupo de niños inquietos puede organizarse para lastimar; entonces, un grupo de adultos puede organizarse para curar.

1 comentario:

Ally dijo...

Hola niño :P
como estas???
aqui paso algo asi hace muy poco!!
querian aumentar el boleto del colectivo!! pero ya estaba muy caro y hay personas que para poder llegar a sus trabajos todos los dias deben pagar! y al fin de la semana se hace mucho dinero!
Asi que un grupo de jovenes comenzaron a ponerse de pie repartiendo bolantes para organisar una protesta ... yo queria ir pero no pude!
suerte! suerte que no pude ir! comenzaron a quemar cosas a pelearse! FUE UN CAOS!hubo muchos herisdos! y aun asi... subieron el precio del boleto :(
Pero la malo .. fue que hasta sus padres estaban protestando! ya que ellos son los trabajadores que todos los dias pagan!